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De artista profesional

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Las bicicletas son para el verano, pero también lo son otras cosas. A mi abuela le ha dado por ponerse a organizar los quince armarios que tiene en su casa. Cuestión de necesidad, o eso dice ella. Lo cierto es que, a mi abuela lo que le pasa en verano es que se aburre. Mucho. Como imagino que les pasa a muchos, que tienen tanto tiempo que no saben que hacer con él. Y entre cabezada y cabezada, ha encontrado la manera perfecta de gastar su tiempo. Sólo ha necesitado que su nieta deje su tiempo libre para que le ayude a la maravillosa tarea de organizar y tirar. Apasionante. Pero, lo que prometía ser un trabajo de lo más....aburrido, se ha convertido en un viaje al pasado que a las dos nos ha venido muy bien, o almenos, por lo que a mi respecta. Érase una vez un señor aficionado a comprar todas las cosas nuevas, las mejores, la última tecnología, aparatos, utensilios que no existían ni en Japón, fíjate tu. Y ese era mi abuelo. Sólo con decir que de los 15 armarios, 10 están repletos de g

Malvenida nostalgia

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Hoy, no paro de pensar en ti. Te echo de menos. Necesito de tus calles, de tus adoquines llenos de vida. Del roce del viento en mis pupilas mientras conducía una bicicleta de princesa camino de cualquier castillo encantado. Hoy te echo de menos, mucho. Tanto que si pienso en ti un poco más fuerte, terminaré en una eclosión de lágrimas. Empiezo a tener nostalgia. Esa que parecía haberse quedado en aquel 780 de Stavangerweg. Pero ha vuelto, y al menos hoy parece que vaya a quedarse. Esa nostalgia que prometia no venir hasta septiembre y que ha venido con antelación y no siendo muy bien recibida. Te echo de menos. Puede que lo haga por que hoy es lunes, cómo el día en que te dije Dui-Dui! Y me fui. Puede que lo haga por que esta mañana haya visto en una tienda un paquete de Stroopwafels. Y me haya reido. O puede que haya pasado casi que toda la mañana en un mercado y me haya venido tu olor a flores frescas. Pero hoy me acuerdo de ti. Y necesito verte. Poner mis pies mirando hacia tu horiz
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Se ha ido. Así, sin más. Y aunque parece que lleve mucho tiempo avisando, toda despedida siempre cuesta de asumir. Recuerdo aquel verano en el que nos engalanamos en su nombre. Con aquel trozo de esponja puesto en nuestras sienes. Raya infinita, negra, gruesa. Sabor de alcohol. Labios de diva. Andamos por nuestras calles como si de ella se tratara y a pesar de la gran aproximación y de los vistosos tatuajes que hablaban de drogas, nunca pudimos ser ella. Y nadie lo podrá ser.  Puede que, cuando me enteré de la noticia, el extasis que sentía por entrar a gritar en un concierto, no me dejó saborear que de verdad había pasado. Pero, a dos días después, me he dado cuenta. Y lo peor de todo es pensar la cantidad de gente que se va a enriquecer con su muerte. Allí donde estés, no dejes de ponerte guapa, nosotros aquí, bailaremos, beberemos y te recordaremos en cada uno de los majestuosos compases de ese soul que reinventaste.  Hasta siempre, diva. 

Adicción

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Somos adictos. Nos enganchamos brutalmente. Una mirada, un gesto, un olor, una suave caricia. Ese es el primer paso. Un paso que nos lleva de la mano a una espiral de la que no se puede salir. No hay un botón que se pueda pulsar y pararlo. Ya estás dentro y la vuelta atrás es tan dolorosa que no te deja ni respirar. Pero, somos adictos. Y sólo necesitamos un leve empujón para caer de lleno en una adicción imposible de frenar. Algo de lo que, no sabes que eres dependiente hasta que te das cuenta de que tus horas se convierten en auténticas memorias de aquellos grandes momentos. Tus sonrisas van dedicadas a la construcción imaginaria de sueños. Y sólo respiras porque sabes que cada fatigoso latido de tu cavernoso corazón bombea a su favor. Te haces adicto y sólo puedes guardar el sabor de sus labios. El color de sus mejillas. El olor de un despertar a su lado. Te enganchas. Y no hay vuelta atrás. Aunque ahora mismo, lo único que necesites para salir de esa adicción sea engancharte más. Q

Cachis!

La Sa me riñe por que no te hago caso. Y tiene razón. Pero aquí las aventuras son menos y los días de sueños imposibles se reducen a sueños y punto. Aunque todo va bien. Aunque aquí es donde quiero estar. Pero me recuerdas tanto a esa ciudad que te he dejado a un lado sin importarme que tú también lo echas de menos. Prometo hacerte caso, palabra de la Pla.
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  por que cada vez que entro y veo que hay un nuevo comentario esperando, me pongo tan contenta que me dá por sonreír sola delante del ordenador.  Gracias queridos!

Libertad, divino tesoro

Llegar a casa y dejar la ropa a tu paso. Encenderte el último cigarro del día y disfrutar del momento como válvula de escape diária, sin que importe el tiempo que pasas haciéndolo. Entrar y salir de casa, cuando quieras, como quieras, hasta que quieras. No tener prisa de despertarte, ni de que la hora de comer se junte con tu desayuno. Organizar tu habitación dejándolo todo en el sofá como punto de encuentro. Tener esas pequeñas manías que ni tú sabes porqué las tienes, ni para que sirven. Despertarte entre legañas, desorientación y olor a café recién hecho. Bailar y cantar esa canción tantas veces como quieras, ya que nadie la entiende y si lo hicieran, te entraría verguenza. Hacer lo que quieras, cuando quieras, a la hora que quieras. Que tu nevera esté tan llena o tan vacía que no sepas que comer. Sentir que aquí dentro nadie podrá hacerte daño. Que este es tu hogar, tu pequeña república, tu pequeña libertad.  Espero que me quepa toda en el equipaje de vuelta.