Te despiertas confusa. No aciertas a saber la hora que es, cuanto tiempo de tu día has bien gastado entre sábanas de algodón. Fuera todo parece silencio, nadie vive, puede que todos duerman y que tú seas la única superviviente de las horas en las que vives. Perezosa, pones tus pies en el mismo suelo en el que lo llevas haciendo desde hace seis meses. LLevamos medio año juntas, querida mía, medio año compartiendo el mismo techo, las mismas calles, el mismo aroma y la misma lluvia. Porque hoy es sábado. Sábado lluvioso, como cuando nos conocimos, cuando firmamos el pacto de la eternidad, cuando te dije que te sería siempre fiel y que tu me acunarías como a un recién nacido. Porque ciertamente, cuando te conocí, era una recién nacida en este mundo lleno de agua, de bicicletas, de nuevos amaneceres. Y después de todo este tiempo, sigues amaneciendo con las calles mojadas, el espíritu de los que te habitan lleno del leve sonido de la lluvia al chocar con el suelo. Me dispongo a salir, a dis
Las bicicletas son para el verano, pero también lo son otras cosas. A mi abuela le ha dado por ponerse a organizar los quince armarios que tiene en su casa. Cuestión de necesidad, o eso dice ella. Lo cierto es que, a mi abuela lo que le pasa en verano es que se aburre. Mucho. Como imagino que les pasa a muchos, que tienen tanto tiempo que no saben que hacer con él. Y entre cabezada y cabezada, ha encontrado la manera perfecta de gastar su tiempo. Sólo ha necesitado que su nieta deje su tiempo libre para que le ayude a la maravillosa tarea de organizar y tirar. Apasionante. Pero, lo que prometía ser un trabajo de lo más....aburrido, se ha convertido en un viaje al pasado que a las dos nos ha venido muy bien, o almenos, por lo que a mi respecta. Érase una vez un señor aficionado a comprar todas las cosas nuevas, las mejores, la última tecnología, aparatos, utensilios que no existían ni en Japón, fíjate tu. Y ese era mi abuelo. Sólo con decir que de los 15 armarios, 10 están repletos de g
Cuando por tu propia voluntad, o por que no queda otro remedio, te encierras en el mundo del aprendizaje y emprendes ese viaje donde el horizonte es ligeramente incierto y, en el cual no llegas a ver el destino final, pierdes la noción de la temporalidad. Es decir, cuando estas en época de examenes no ves más allá de los días de CERRADO POR ARRESTO BIBLIOTECARIO. Y lo peor es que, siempre, siempre en esos días tu único deseo es salir a la calle a gritar, saltar y disfrutar del tiempo como si ese fuera tu único destino. Mientras tanto, la música nos lleva por unos minutos a ese lugar dónde ahora me gustaría estar.
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