Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2011

Todo y nada

Una hoja en blanco. Un trozo de pantalla lleno de todo, vacío de nada. Un espacio donde crear, un lugar donde invocar. Un escondite en el que refugiarte después de un domingo lleno de lluvia, como casi todo aquí. Un lugar donde estar sola, acompañada por miles y miles de personas en cualquier otro lugar. En tu mismo lugar. Un punto en blanco en tu historia, una sucesión de signos, que nada significan hasta que no le asignemos un sentido. Espacio, llanura, blanco, infinito, vacio, con sentido o sin tenerlo, estúpido tal vez, pero ayuda. Delante de esta hoja en blanco, todo son sucesiones de palabras que se agolpan en la punta de tus dedos. Palabras, frases, párrafos, textos enteros que salen, que mueren en el mismo instante en el que acaban de nacer. Los dedos, títeres de tu conciencia expresan golpeando levemente cada una de las teclas de tu ordenador. Palabras, palabras que no son nada más que eso. Pero que aquí lo son todo. Escribes, aflojas tus sentidos, despiertas tu interior, sien

El día que dejé de temer

Imagen
Te despiertas confusa. No aciertas a saber la hora que es, cuanto tiempo de tu día has bien gastado entre sábanas de algodón. Fuera todo parece silencio, nadie vive, puede que todos duerman y que tú seas la única superviviente de las horas en las que vives. Perezosa, pones tus pies en el mismo suelo en el que lo llevas haciendo desde hace seis meses. LLevamos medio año juntas, querida mía, medio año compartiendo el mismo techo, las mismas calles, el mismo aroma y la misma lluvia. Porque hoy es sábado. Sábado lluvioso, como cuando nos conocimos, cuando firmamos el pacto de la eternidad, cuando te dije que te sería siempre fiel y que tu me acunarías como a un recién nacido. Porque ciertamente, cuando te conocí, era una recién nacida en este mundo lleno de agua, de bicicletas, de nuevos amaneceres. Y después de todo este tiempo, sigues amaneciendo con las calles mojadas, el espíritu de los que te habitan lleno del leve sonido de la lluvia al chocar con el suelo. Me dispongo a salir, a dis

Qué largo se hará el viaje...

Imagen
Cuando necesitas a alguien más que al respirar, te cagas de miedo. Pero cuando ese alguien te necesita tanto como lo precisas tu, el vértigo te invade. Y alfinal te das cuenta de qué somos nosotros sin alguien a lo que aferrarse, por lo que tener miedo y que te dé vértigo. Nada, o mejor dicho, nadie. Y es que respirar es tan necesario como tenerte a mi lado.

En el fin del mundo

Imagen
Algún día, puede que todo esto termine.  Puede que sólo quede un pedazo de lo que fuimos y que no supimos mantener. También puede que el agua arrastre consigo todos los recuerdos que minuciosamente construímos. Pero, si eso sucede, tendremos la certeza de que aquél día, visitamos el fin del mundo y pudimos regresar, juntas y con muchas risas. Porque, alfin y al cabo, el fin del mundo no puede estar tan mal.

cuando tú te fuíste

Imagen
"Si te vas, los árboles del parque seguirán creciendo, pasará este otoño. La ciudad en tu ausencia seguirá creciendo, devorando vidas,  haciéndolas humo. Otros cumplirán los planes que trazamos, que no terminamos haciéndolos suyos. Si te vas, los árboles del paque seguirán muriendo y también mi fe. Tantas, tantas cosas, seguirán pasando,  que quizás las cosas, no nos cambien tanto" ( Tantas cosas , Ismael Serrano).

Algo se muere en el alma....

Imagen
...cuando un amigo se va. Y en este caso, se muere tres veces, una por cada uno de los amigos que han elegido el uno de febrero como fecha para largarse. Este, es sin duda, el año de la internacionalidad de mis queridos amigos, donde, apesar de mis críticas y llantos, también me incluyo yo. Y he de decir a su favor, que fuí yo la primera que inició el año escolar diciendo 'Bye, bye my friends'. Berlín, Keswick y Praga. Tres destinos para tres amigos que han decidido dejarlo casi que todo, llenar una maleta con ilusión y algo de ropa y emprender el que, puede que sea el viaje de su vida. Hace unas horas, he tenido el placer de poder despedirme de ellos. Ha sido una despedida un tanto curiosa, porque, ni yo estoy físicamente en el mismo lugar que ellos, y porque el medio para hacerlo ha sido la pantalla de un ordenador, donde parece que las emociones se corten y las palabras se abrevien. Aún así, no he podido dejarles subirse a un avión sin decirles que les echaré de menos y que